¿Qué es?

“Evangelizar es tener el fuego de Dios dentro y encenderlo con valor en el mundo (...) Se es evangelizador si se tiene en el corazón la conciencia que es Dios quien actúa en la Iglesia y si se tiene una pasión ardiente de comunicar Cristo al mundo”. Con estas reflexiones, Benedicto XVI abrió las sesiones del Sínodo sobre la nueva evangelización.

Lo fundamental para poder evangelizar es contar con personas que se han encontrado con Jesucristo y se han convertido en sus discípulos. El Papa Francisco describe la riqueza de esta experiencia que nos lanza a la misión en el nº 1 de la Evangelii gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”. Es fundamental que avivemos nuestro encuentro personal con Jesucristo para poder ser discípulos misioneros. (cfr. EG 3).

San Juan Pablo II al comenzar el tercer milenio invitaba a la Iglesia a “remar mar adentro” afrontando una nueva evangelización: “nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión”. Recordando que se debe evangelizar a las personas y también a la cultura.

Más de 300 veces, Juan Pablo II retoma la expresión “nueva evangelización”. Se trata de llevar a Cristo con “un nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones” (Juan Pablo II, discurso a la 19eme  Asamblea del CELAM).

El adjetivo “nuevo” no significa la denuncia del pasado, o la renuncia de la misión practicada hasta hoy. Nueva porque hay nuevos retos y nuevas situaciones en las que sembrar el Evangelio. Se trata de una revisión de nuestras de nuestras prácticas pastorales, volviendo a la fuente del Evangelio y de la misión de la Iglesia. Aquí radica la llamada del Papa Francisco a la conversión pastoral. Escuchemos lo que dice en EG 11:

Cristo es el «Evangelio eterno» (Ap 14,6), y es «el mismo ayer y hoy y para siempre» (Hb 13,8), pero su riqueza y su hermosura son inagotables. Él es siempre joven y fuente constante de novedad. La Iglesia no deja de asombrarse por «la profundidad de la riqueza, de la sabiduría y del conocimiento de Dios» (Rm 11,33). Decía san Juan de la Cruz: «Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa, que, aunque más el alma sepa de ella, siempre puede entrar más adentro»[7]. O bien, como afirmaba san Ireneo: «[Cristo], en su venida, ha traído consigo toda novedad»[8]. Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva».

El objetivo de la evangelización es de permitir a cada hombre de entrar en contacto con Cristo y de hacer la Iglesia todavía más apta para transmitir de manera persuasiva y comprensiva el Evangelio de salvación.  Pero esta misión coextensiva  a la vida de la Iglesia será “«nueva» no en los contenidos, sino en el impulso interior, abierto a la gracia del Espíritu Santo, que constituye la fuerza de la ley nueva del Evangelio y que renueva siempre a la Iglesia; «nueva» en la búsqueda de modalidades que correspondan a la fuerza del Espíritu Santo y sean adecuadas a los tiempos y a las situaciones; «nueva» porque es necesaria incluso en países que ya han recibido el anuncio del Evangelio.”(Benedicto XVI, homilía en la solemnidad de los Santos apóstoles Pedro y Pablo, el 28 de junio 2010).